domingo, 16 de marzo de 2014

Un cuento de Lactancia

Luna nació un día de verano en el corazón de un matrimonio que la esperaba ansioso. Pam su madre y Kin su padre, estaban dispuestos a dar su vida por ella si era necesario. En su cultura se acostumbraba que la madre debía alimentar a su pequeña sólo con el pecho por lo menos los primeros 6 meses de vida, y luego intercalar pecho y comida.
La primera semana todo iba bien, hasta que Luna comenzó a rechazar el pecho de su madre. Pam desesperada porque sentía que algo pasaba llevo a su bebita donde la curandera de su comunidad, sin saber lo doloroso de su opción. Esta curandera guardaba en su corazón un tremendo orgullo que lo endurecía y le jugaba en contra a quienes la iban a ver. Cuando Pam la consultó, la curandera fue letal con ella y le dijo que su bebita estaba sufriendo de hambre porque ella no podía alimentarla, porque su pecho estaba seco y no salía la cantidad de leche que era necesaria. Pam sintió una daga atravesar su corazón, se había preparado tanto para alimentar a su hija y darle lo mejor de sí, y ahora no podía hacerlo... quiso que la tierra se la tragara y lloró.
Con los ojos llorosos y el corazón empapado volvió a su hogar, se desahogó y luego reaccionó, había que solucionar el problema y dejar de llorar, su hija tenía hambre y necesitaba alimentación. Elaboró la primera estrategia inundada de amor por Luna: primero pondría a la bebe al pecho para estimular sus glándulas mamarias y que aumentara la cantidad, luego le daría la leche que se había sacado manualmente antes, si Luna tenía hambre aplicaría el suplemento que le habían recomendado, y luego se extraería la leche que su hija no se tomó para seguir la estimulación del pecho.
Y funcionó, la leche de sus pechos comenzó a fluir, pero la historia no terminaría ahí.
Como la curandera de su comunidad fue tan inapropiada, Pam decidió consultar al curandero de la comunidad vecina, y le llevó a su Luna al mes siguiente. El curandero era un hombre de años sabios, amable y respetuoso, y se decía que buscaba solución en vez de problemas, lo que lo hacía muy visitado por todos. Al revisarla la encontró con problemas de peso, no había subido lo que se esperaba por lo que Pam debería tomar unas yerbas preparadas por él y usar otro suplemento en caso de que la cosa no funcionara, además le recalcó que se la pusiera al pecho todas las veces que pudiera, en beneficio de ambas.
Pam otra vez se enfrentaba a problemas con la lactancia de su hija, claramente esto no estaba resultando como ella soñaba. Un poco triste decidió que otra vez había que buscar una solución porque su hija debía alimentarse bien.
Entre Pam y Kin idearon una nueva estrategia de lactancia para que Luna recibiera toda la alimentación que requería: Pam se tomaría las yerbas a la espera que su producción de leche creciera, mientras tanto buscó el suplemento para emergencias y además, dado que su hija era un poco flojita para tomarse la leche al pecho y rápidamente se dormía, Pam optó por sacarse la leche y dársela en biberón, así se aseguraría de que Lunita se tomara toda su leche.  Para reforzar la estrategia, recurrió a una amiga de corazón grande y siempre dispuesto, que también estaba amamantando por esos días, y le pidió leche materna para su hija, de esa manera Luna recibiría lactancia materna exclusiva de todos modos; su amiga encantada accedió a separar parte de su leche para la preciosa bebé y así se puso el plan en marcha.

Al cierre de este cuento, Luna estaba recibiendo sólo leche materna y seguía subiendo de peso, Pam y Kin estaban esperanzados de que todo este esfuerzo diera resultado, y la amiga estaba feliz de poder apoyar a Luna en su crecimiento y a sus papitos en este tiempo.

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