martes, 18 de julio de 2017

Mis niños del alma

Están grandes, han crecido, pero aun son unos bebés de 1 y 3 años.
Han crecido, son cada día más independientes y tengo que recordar a cada paso, que en su independencia aún nos quedan muchos años juntos, que no se están alejando, sino... CRECIENDO.

Arturo es un coqueto y sonriente varón, hermoso e inteligente, dispuesto a tomar riesgos por descubrir el mundo.

Antonia es una princesa muy perceptiva, inteligente emocionalmente (y en los demás ámbitos...), llevada de su idea y perseverante, cuidadosa y preocupada por todos.

Ambos dos, diferentes, pero tan míos, y tan físicamente parecidos, son una extensión de mi piel, y a veces quisiera meterlos de vuelta en mi panza para protegerlos... Pero eso sería querer controlarlo todo y no es posible, en cambio, he optado por encomendarlos a Papá Dios, que es mucho más sabio y poderoso que yo para llevarlos en su mano todo el tiempo.

Y mientras ellos crecen yo crezco a la par, aprendo cosas nuevas, y también se va redefiniendo en mí el amar libremente, en paz, sin ataduras y de manera correcta. Es un gran esfuerzo mirando las heridas de mi niñez, más cada día es una oportunidad.

Y ayer justamente pensaba en mis 5 o 6 años, creciendo en el campo...
Tenía poco, pero tenía mucho... Era pobre, pero era rica.
Me encaramaba en los árboles a comer frutas, corría a campo travieso, inventaba mil juegos, perseguía a mi abuela y le cortaba ramitos de violeta... esas pequeñas y olorosas flores que a ella tanto le gustaban.

Volver a lo simple, ese es mi anhelo...

miércoles, 29 de marzo de 2017

El Osito Jorge

Un cuento creado especialmente para mi hija Antonia e inspirado por ella en las noches en que me pedía que le contara un cuento para dormirse (luego ya eran tres cuentos jeje)











martes, 14 de marzo de 2017

Te amo hasta el corazón

Con esa frase se durmió hoy mi hija.

Dimos las gracias a Jesús por el día, ella le dijo:
- "Gracias Jesús porque mi Tata se siente mejor. Y por favor, Jesús, no quiero tener mas tos".

Después la abracé y cantamos "sal de ahí chivita, chivita" y hasta Peppa y Papá Cerdito y Mamá Cerdita salieron al baile.

Luego, ya era hora de dormir. "Te amo" le dije, me abraza y me dice "Yo también te amo... hasta el corazón".

Y me quedé con esa frase, "hasta el corazón", fue un bálsamo a estos días en que ha estado un tanto rebelde, porfiada y mañosa, no quiere nada, no hace caso, en fin... ¡los terribles 3 años! Y para nosotros con Carlos no ha sido fácil, tenemos que repetirnos cada día que nuestro método jamás será la violencia, sino el amor y la paciencia, que primero debemos estar tranquilos nosotros para poder contener sus emociones, que tenemos que ser firmes, pero en amor.

Hoy mientras salía a correr mis 30 minutos, pensaba en Jesús, él sólo amó a los niños, reprendió a mucha gente, pero fue super claro respecto a los 'locos bajitos':


"Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos." (Mateo 19:14)
 Así es que a seguir amando a nuestros dos pequeños que crecen tan ricos cada día, Arturo es pura risa y Antonia habla todo el rato, son lo mejor que nos ha pasado como familia, estamos orgullosos, medios cansados porque han estado enfermitos estos días, pero nos sentimos dichosos y bendecidos de estar con ellos y para ellos, y verlos crecer felices y seguros. Gracias Dios por confiar en nosotros para ser sus padres.

lunes, 20 de febrero de 2017

Los años pasan, sus risas quedan

... y sus besos también.

Así es con nuestros hijos. Así también lo es para mí con mi esposo.
Pero hoy, después de tanto tiempo sin escribir por acá, quiero explayarme sobre mis niños, mis dos soles, mi princesa y mi príncipe, ¡qué grandes están!

Uf! El tiempo vuela y su paso precipitado a veces hasta duele, porque veo que mis bebes crecen tan rápido y van dejando mi corazón lleno de recuerdos, de sonrisas y besos, pero también de cierta melancolía por el tiempo que ya no volverá.
Día a día trato de centrarme en el presente, de disfrutar cada minuto con ellos, pero es difícil pensando en las muchas horas que paso en el trabajo (o de camino a...) o los momentos en que mi cansancio no me permite amarlos con paciencia, y tiendo al enojo.

Ahora, de que los he disfrutado a concho hasta aquí, lo he hecho: la salida de los primeros dientes y esas sonrisas con dos puntitos blancos en la boca (también las primeras mordidas en las "titis" ... uy!), sus primeras sonrisas y sus balbuceos, sus primeras comidas, sus primeras palabras, la primera vez que Antonia aplaudió, caminó, corrió, saltó, etc. etc. etc.

A veces la maternidad me satura -¿a quién no le pasa?- y me canso y quiero estar sola, pero a los segundos mi corazón maternal se inunda y vuelvo a mis locos bajitos. Nunca pasa mucho antes de querer tenerlos cerca de nuevo, abrazarlos, besuquearlos, tomarlos en brazos, hacerles cosquillas o sólo mirarlos, enamorarme, y recibir su amor de vuelta: en el caso de Arturo, su mirada y sonrisas coquetas, llenas de amor, enamorado de mamá con sus dos dientes en la encía de abajo y sus ojitos curiosos; en el caso de Antonia con sus conversaciones, sus abrazos, el que se me encarama por todos lados y se me cuelga por donde puede, y su ansia de que la acompañe a dormir en su cama.

En diciembre pasado mi niña marcó un hito y se fue -solita- a dormir a su pieza, aun me apena "su partida" a la pieza del frente, uf! no es fácil despegarse físicamente, aun siento ganas de metérmelos de nuevo al vientre cuando algo les pasa. Así que, cuando despierto en la mañana y ella se ha metido a nuestra cama, o la veo llegar con su almohada a media noche, me lleno de una ternura y alegría y la recibo y la envuelvo en mis brazos.

Los hijos son prestados, es un regalo y una honra de parte de Dios, y es un buen signo que poco a poco vayan adquiriendo independencia, pero para mí sigue siendo un tanto doloroso, con ellos soy muy de piel y necesito sentir su calorcito, sus olores, sus cuerpitos, su dependencia, aunque me siento feliz de verlos crecer seguros y taaaaaaan beeeellos.

Los hijos crecen, sus besos quedan, mi útero guarda el recuerdo cálido de haberlos acunado sus primeros 9 meses de vida, mis brazos y pechos guardaran siempre el calor de sus cuerpos nutriéndose de amor y leche.