martes, 6 de febrero de 2018

Hace 4 años mi primer parto

Ayer mi primogénita cumplió cuatro años, cuatro años...

Cuatro años desde mi primer parto. Cómo pasa el tiempo, y no en vano, porque Anto se ha ido transformando maravillosamente en una niña inteligente, tierna, independiente en algunas cosas, muy regalona en otras, amante de su familia, loca por el ballet y -ahora- las My Little Pony, y mil detalles más, que la hacen mi niña especial.

Y más en lo íntimo, desde el útero hasta el canal del parto, desde el corazón hasta el cerebro que guarda los recuerdos de ese día, también cumplo cuatro años de maternar, cuatro años  de una nueva dimensión que me ha hecho más paciente y menos rígida, con más amor en mi corazón para entregar, más conciente de mi cuerpo y mis emociones, más mujer (no digo que las que no han parido hijos sean menos mujeres, hablo de mí en particular).

Recuerdo el tiempo de ese embarazo, no fue nada fácil, los primeros 4 meses llena de nauceas y vómitos, y los 9 meses llena de temores, miedo a lo desconocido, a la etapa que se venía, a que no se diera esa conexión mágica con mi bebé. No culpo a la mujer de ese entonces, no era madre, no tenía como saber que la conexión la arrastraría a uno de los amores más grandes que existen: el amor de madre.

En algunos momentos siento que se van cumpliendo etapas, y hoy creo que comienzo con una nueva, aprender a despegarme un poco de mi niña, más que por gusto, para darnos más espacio, porque ella lo necesita, y porque debo aprender que la distancia física no implica "perder" al ser amado (no es que se vaya a otro lado, solo estamos planeando que se quede unos días con sus abuelos; es que en estos 4 años, sólo hemos dormido en casas distintas cuando nació mi hijo menor). Lecciones mutuas, siempre que nuestro niños aprenden algo nuevo, también lo hacemos nosotros como padres.

Por otro lado ella trata de mostrarnos que está más grande, pero algunas veces se me acurruca y me pregunta si aun es mi bebé, cómo explicarle que lo seguirá siendo toda la vida... Y es que con mi hija tenemos una conexión tan especial y única, que a veces me desconciertan mis emociones, este desbordar de amor, es increíble, mágico, milagroso, sobrenatural.

Del día del parto y del parto mismo no me acuerdo tanto, y los momentos de intenso dolor físico prefiero no evocarlos, estaba asustada y no me tocó el ambiente más protegido en la maternidad de la clínica, pero el regalo de su vida sanó todo y después me sentía tan valiente, y con ganas de no volver a soltar a esa pequeñita mía. Del desorden hormonal postparto, solo puedo decir que todo se fue ordenando, y que mucho se debió  a ese amor que brotó a raudales y me pilló de sorpresa, me envolvió y me transformó.

Sólo me resta decir GRACIAS DIOS por mi niña, por este amor sobrenatural, porque has cuidado de esta #Familia4 !!

jueves, 11 de enero de 2018

Mamá a tiempo completo + Dueña de casa

Tres y medio meses desde que decidí quedarme en casa trabajando y cuidando a mi dos pequeños hijos, desde que decidí no volver a buscar trabajo en una oficina para estar con ellos y disfrutarlos. 

No ha sido un camino fácil, pero no me arrepiento: SOY FELIZ. 

Hay días en que ando modo “mamá gritona” toda la mañana, hay días en que sólo quiero dormir todo el día, hay días que quiero estar sola y hacer mis cosas tranquila, sin nadie encima de mí... pero luego los miro, me miran, me sigo enamorando de sus caritas exquisitas, sus sonrisas, sus abrazos, sus besos, sus miles de muestras de amor, y vuelvo a reiniciarme, a bajar la neura porque por ellos lo vale todo.

Dentro de lo maravilloso de este tiempo con mis pollitos puedo destacar dos cosas que me llenan el corazón haber podido presenciar:

Primero, el gusto por el ballet que ha ido naciendo en Antonia. Es verdad, es pequeña aun, puede que después se olvide. Sin embargo, por el tiempo que dure su vocación de bailarina de ballet yo estaré buscando videos en youtube y viendo sus presentaciones en casa, llenas de nuevos trucos, pedidos de “mírame mamá” y su creatividad e imaginación. Por supuesto, es –además- una excelente actriz/intérprete, ¡¡me encanta!! Y cuando nos hace sus presentaciones es como si estuviera ante el público más selecto, me siento honrada y enamorada de sus pasiones; Por otro lado, he aprendido mucho sobre los Paw Patrol y My Little Ponny, me tengo que mantener al día en las tendencias de monos animados, aunque sólo los vemos los días viernes, y algunos otros días con excepciones (… o visitas a casa de los abuelos).

Segundo, a medida que mis críos crecen admiro lo maravilloso de sus procesos de aprendizaje, es impresionante cómo van adquiriendo habilidades de forma tan natural, como despierta su curiosidad. En este proceso, estoy disfrutando cada avance de Arturo en el proceso de aprender a comer solo, cada nuevo movimiento, cada mejora en la coordinación, y cuánto lo disfruta: el agarre de la cuchara, usar la mano en caso de necesitarla, llevar la cuchara a la boca, lograr sacar toda la comida de la cuchara, rescatar lo que se cae, y hacer algunos experimentos, como meter la cuchara con comida a la leche… ¡probar cosas nuevas es la idea! Además aprendió a darme abrazos y besos, y me dan ganas de comérmelo cuando llega todo coqueto y se me tira encima, es un irresistible, aunque tiene su genio el pequeñín... ¡uf! vaya que sí.

Aun resiento la soledad de la maternidad, muchos ya ni nos invitan a sus eventos, celebraciones y demás, otros ya no nos visitan, nuestras familias están lejos, pero Dios muestra su amor de mil maneras.

Raya para la suma, uno de mis principales propósitos este 2018 es disfrutar esta decisión, esta etapa de ser mamá y dueña de casa, sin exigirme perfección (estoy enseñando a Anto que la perfección no existe aquí en la tierra, sólo Dios es perfecto) ni la "casa piloto", vivir/disfrutar a mis AA++ [Antonia + Arturo] a concho, relajarme un poco, formar ideas de vida saludable, meterme en sus intereses (autos por un lado, ballet por el otro), y aprender de ellos: se demoran segundos en perdonar, aman sin límites, creen sin cuestionar demasiado, son curiosos por naturaleza, son felices (como yo).

martes, 18 de julio de 2017

Mis niños del alma

Están grandes, han crecido, pero aun son unos bebés de 1 y 3 años.
Han crecido, son cada día más independientes y tengo que recordar a cada paso, que en su independencia aún nos quedan muchos años juntos, que no se están alejando, sino... CRECIENDO.

Arturo es un coqueto y sonriente varón, hermoso e inteligente, dispuesto a tomar riesgos por descubrir el mundo.

Antonia es una princesa muy perceptiva, inteligente emocionalmente (y en los demás ámbitos...), llevada de su idea y perseverante, cuidadosa y preocupada por todos.

Ambos dos, diferentes, pero tan míos, y tan físicamente parecidos, son una extensión de mi piel, y a veces quisiera meterlos de vuelta en mi panza para protegerlos... Pero eso sería querer controlarlo todo y no es posible, en cambio, he optado por encomendarlos a Papá Dios, que es mucho más sabio y poderoso que yo para llevarlos en su mano todo el tiempo.

Y mientras ellos crecen yo crezco a la par, aprendo cosas nuevas, y también se va redefiniendo en mí el amar libremente, en paz, sin ataduras y de manera correcta. Es un gran esfuerzo mirando las heridas de mi niñez, más cada día es una oportunidad.

Y ayer justamente pensaba en mis 5 o 6 años, creciendo en el campo...
Tenía poco, pero tenía mucho... Era pobre, pero era rica.
Me encaramaba en los árboles a comer frutas, corría a campo travieso, inventaba mil juegos, perseguía a mi abuela y le cortaba ramitos de violeta... esas pequeñas y olorosas flores que a ella tanto le gustaban.

Volver a lo simple, ese es mi anhelo...

miércoles, 29 de marzo de 2017

El Osito Jorge

Un cuento creado especialmente para mi hija Antonia e inspirado por ella en las noches en que me pedía que le contara un cuento para dormirse (luego ya eran tres cuentos jeje)











martes, 14 de marzo de 2017

Te amo hasta el corazón

Con esa frase se durmió hoy mi hija.

Dimos las gracias a Jesús por el día, ella le dijo:
- "Gracias Jesús porque mi Tata se siente mejor. Y por favor, Jesús, no quiero tener mas tos".

Después la abracé y cantamos "sal de ahí chivita, chivita" y hasta Peppa y Papá Cerdito y Mamá Cerdita salieron al baile.

Luego, ya era hora de dormir. "Te amo" le dije, me abraza y me dice "Yo también te amo... hasta el corazón".

Y me quedé con esa frase, "hasta el corazón", fue un bálsamo a estos días en que ha estado un tanto rebelde, porfiada y mañosa, no quiere nada, no hace caso, en fin... ¡los terribles 3 años! Y para nosotros con Carlos no ha sido fácil, tenemos que repetirnos cada día que nuestro método jamás será la violencia, sino el amor y la paciencia, que primero debemos estar tranquilos nosotros para poder contener sus emociones, que tenemos que ser firmes, pero en amor.

Hoy mientras salía a correr mis 30 minutos, pensaba en Jesús, él sólo amó a los niños, reprendió a mucha gente, pero fue super claro respecto a los 'locos bajitos':


"Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos." (Mateo 19:14)
 Así es que a seguir amando a nuestros dos pequeños que crecen tan ricos cada día, Arturo es pura risa y Antonia habla todo el rato, son lo mejor que nos ha pasado como familia, estamos orgullosos, medios cansados porque han estado enfermitos estos días, pero nos sentimos dichosos y bendecidos de estar con ellos y para ellos, y verlos crecer felices y seguros. Gracias Dios por confiar en nosotros para ser sus padres.