martes, 2 de febrero de 2016

Mi parto no respetado

Después de una larga noche y un par de horas de desvelo pude reconocer los puntos fundamentales por los que después de casi dos años, puedo reconocer que no tuve un parto respetado.

He aquí mis razones, y que espero mejorar en esta segunda oportunidad que se me da de parir vida:

1. Recepción en urgencias y preguntas innecesarias, nada que no estuviera en mi ficha clínica: Cuando llegué a urgencias enviaron a mi marido a gestionar lo del ingreso y me tuvo que dejar sola. Yo estaba con unas contracciones muy dolorosas. Vino a enfermera (asumo) y junto con comenzar el monitoreo, empezó a hacerme una serie de preguntas clínicas, las típicas que deberían estar en la ficha clínica porque todos los médicos te las preguntan: qué medicamentos toma? alergias? enfermedades que padece?, etc. Recuerdo que en una de ellas me equivoqué (olvido que mi hipotiroidismo en una enfermedad) y me "retó"... Me dijo "claro y después dicen que uno no les preguntó". O sea, las contracciones eran horribles, estaba en trabajo de parto, y ella preguntando cosas que debería revisar en la ficha clínica... y la culpa era mía ¡Plop!

2. La doble postura de la epidural, terminé con piernas dormidas y el dolor de las contracciones hasta que salió la bebé: Muchas llegamos a la sala de pre-parto con dolorosas contracciones, miedo, estrés, en un estado más frágil-vulnerable, y ansiando que con la postura de la anestesia epidural se nos quite el dolor. Así llegué yo, y después del desagradable paso por Urgencias, ansiaba que me dejara de doler cada contracción, ansiaba descansar porque llevaba alrededor de 7 horas de trabajo de parto. Pues bien, hicieron salir a mi esposo -otra vez- y vinieron dos personas, me pareció que uno era el anestesista propiamente tal y el otro un practicante o interno de la especialidad. El de más experiencia le iba indicando al otro cómo hacerlo, y en la primera postura, mientras permanecía enrollada y aguantando el dolor de cada contracción para no moverme, el bruto me inyectó mal la anestesia, lo único que sentí fue un fuerte pinchazo en la pierna izquierda y el dolor de cada contracción que venía cada vez más seguido. El segundo intento fue mejor, los dolores de las contracciones bajaron un poco, pero al momento volvieron a ser tan intensas como antes y se me durmieron las piernas.
Finalmente sufrí con el dolor de las contracciones hasta que nació mi hija, y las piernas completamente dormidas sin poder moverlas.

3. No me dejaron gritar, tuve que aguantarme en cada contracción el terrible dolor sin poder desahogarme: No sé si estaba en lo correcto la matrona o no, pero cada vez que venía una contracción enormemente dolorosa (lo que duró alrededor de 5 horas), ella me decía que no gritara, que guardara la energía para pujar; me lo dijo una y otra vez, mientras escuchaba a otra mujer que gritaba de dolor en una sala cercana de pre-parto. No sabía qué hacer, ni podía moverme. Sumado a eso se me acalambró la zona abdominal, y ella se turnaba para esperar la contracción, hacerme pujar, empujar presionando fuertemente sobre mi abdomen acalambrado y hacer tactos cada tanto, buscando hacer bajar la guagua (yo ya había dilatado). Con tanto esfuerzo, dolor y miedo, terminé vomitando y con el esfuerzo de vomitar "bajo la bebé" (ella me decía que no vomitara, pero eso si que fue imposible hacerle caso).

4. Luego del parto, se llevaron a mi hija por horas, llamé hasta el cansancio a neonatal hasta que 3 horas después trajeron a mi princesa a la habitación: Fue terrible para mí, después de que salió de mi guatita me la pusieron en la panza unos segundo, se la llevaron a un lado para limpiarla y aspirarla, y luego me la pusieron mas cerca del pecho, la olí, sentí su piel calentita, nos miramos... Y se la llevaron para "termoregulación". Después de una hora esperando que se pasará la anestesia de mis piernas me llevaron a mi habitación y comenzó la espera... Yo llamaba cada tanto, y me decían que ya me la llevaban, que faltaba poco, pero nada, estaba desesperada... Hasta que por fin, en el intento "numero mil" por fin llego a mis brazos, la puse pegada a mi piel y comenzamos el proceso de lactancia, que nos costó bastante (quizá por esas largas horas separadas post-parto).
Bueno, de ahí no me la separé más hasta el día de hoy, que ya esta por cumplir sus 2 añitos... (Y que alguien se atreva a decirme algo... jajaja!).

5. Luego del parto y de que se llevaran a mi bebé, me dejaron casi sola en la sala de parto con las piernas abiertas y mis genitales al aire por una cantidad de tiempo enorme, por lo menos media hora -por lo menos- (no me podía mover porque estaba anestesiada de la cintura hacia abajo): Fue horrible, se fue el ginecólogo, luego se llevaron a mi bebita y a mi esposo para que la acompañara, se fue la matrona y todos, me quedé sola, en esa sala fea y fría, con las piernas dormidas por la anestesia y mi zona intima destapada... Venía una que otra persona, ordenaba o limpiaba o sacaba algo y se iba, sola ahí sentí un abismo de soledad y frío interno. Esperé demasiado tiempo sola, pero una vez que tuve a mi hija en brazos me volví a armar.

En los meses y primeros 2 años que siguieron al parto me daban vuelta estos temas, pero quise pensar y creer que había tenido un lindo parto, negué estas heridas hasta que llegó este nuevo embarazo y llegó la hora de enfrentar que SÍ, SUFRÍ VIOLENCIA OBSTÉTRICA en mi primer parto en la Clínica Dávila.
Con eso, puedo decir hoy que quiero que mi segundo parto sea respetado, así es que lo primero es buscar otro centro clínico y otros profesionales, y sobre todo, conversar con la matrona hasta estar segura que ella esta en la misma parada que yo, para que llegado el momento sea mi aliada (al final, es la matrona la que acompaña el trabajo de parto).

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