Estos
últimos meses en que nuestra hija de 2 años nos va mostrándonos de manera más explícita su "no estar de
acuerdo" con algunas cosas, he comenzado a
cuestionarme temas de crianza, del cómo lo estamos haciendo y cómo podríamos hacerlo mejor.
El
impacto ha sido mayor porque, dada la etapa de su madurez emocional, expresa su
frustración y enojo a través de "pataletas", gritos, llantos y demás,
a lo que tratamos -en la mayoría de los casos- de responder con paciencia,
contención y explicaciones de la situación.
Una de
las cosas que más me ha generado ruido es el tema de los tiempos: sus tiempos versus nuestros tiempos como adultos.
Hoy vivimos
una realidad familiar en que ambos padres tenemos que trabajar, realidad común
a muchas familias, por no decir la mayoría. Las jornadas -aquí en Chile- son
extensas y se les suma el tiempo de traslado casa-trabajo y trabajo-casa, que
en mi caso particular pasa de 1 hora de trayecto y puede llegar a 2 en la tarde
con la congestión/tacos de Santiago.
Esta
jornada laboral nos deja muy poco tiempo para compartir con nuestros hijos,
jugar con ellos y ocuparnos de sus necesidades de contacto, afecto, educación
emocional, y muchas otras; Aún así, tratamos de hacer lo mejor posible, darle el
mayor tiempo y de la mejor calidad que nuestro propios recursos como padres nos
permitan.
El tema
con el tiempo, es que normalmente andamos apurados, tratando de salir a la hora
por la mañana -cuando muchas veces ella quiere seguir durmiendo- o para que se
duerma a la hora por la tarde, cuando ella tiene muchas cosas que decirnos y
juegos que compartir con Papá y Mamá.
¡¡ Es
difícil !!, una quiere que los niños anden como reloj, pero ellos quieren y necesitan
tiempos más largos: más tiempo de juegos, más tiempo para entender el "por
qué sí" o "por qué no" de las cosas, mas tiempo para contarnos
mil veces un evento de su día, o para entrar en la etapa de
dormirse/levantarse. Y muchas veces, como adultos, nos frustramos de que no vayan acorde a nuestra rutina-más rápido- y nos enojamos, nos cuesta más
reaccionar con calma y paciencia ante sus desesperación al verse
"apurada" en realizar tal o cual cosa (comer, bañarse, dormirse,
despertar, desayunar, etc.) o no lo entendemos -en el apuro de cumplir con el reloj.
Afortunadamente,
con Papá Kine nos hemos dado cuenta de esta diferencia temporal ("el tiempo es relativo"), y en un amoroso
afán de respetar sus tiempos, hemos ido controlando nuestra propia
ansiedad frente a sus tiempos más extensos. No es una tarea fácil, pero al
tener claro "el problema", podemos disponernos a reaccionar con más
paciencia y sobre todo, dándonos cuenta que sus tiempos son los correctos para
su edad y etapa de desarrollo, que no lo hace "para
molestarnos/jodernos", que son justos y necesarios.
Al final,
sólo el amor y la conciencia nos permite ir limando estas falencias en nosotros
para que ella tenga los espacios que necesita según su edad… Y después los tenga
nuestro hijo que viene en camino.
La
crianza es un camino de aprendizaje mutuo, que vale la pena aprovechar como
padres y adultos.
Totalmente de acuerdo! A veces queremos o necesitamos que los ni ño hagan las cosas rápido como nosotros y nos olvidamos que ellos son pequeños y necesitan más espacio y tiempo. Yo tengo la fortuna de estar en la casa con mi hija pero si veo que es cuando estoy de afán que cambia su estado de ánimo.
ResponderBorrarQue afortunada de estar en casa con tu princesa.
BorrarUn abrazo y paciencia jejeje, que las madres perfectas no existen, solo esas que somos puro amor y desde el amor tratamos de hacer lo mejor.